Abogado, Dr en Derecho. Profesor honorario de la Universidad de los Andes y ex Magistrado

jueves, 13 de agosto de 2020

La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), Elecciones Parlamentarias y Movilizacion Popular.

 

GRUPO DEMOCRISTIANO PATRICIO ALYWIN

Serie Opiniones[1]

LA CONFERENCIA EPISCOPAL VENEZOLANA (CEV), ELECCIONES PARLAMENTARIAS Y MOVILIZACIÓN POPULAR.

Román J. Duque Corredor[2]

La racionalidad es lo más prudente para evitar interpretaciones confusas o distorsionadas de planteamientos sobre los cuales desde distintas visiones surgen más de una reacción según la posición que se tenga ante una realidad politica. Sobre todo, cuando tales planteamientos provienen de voces autorizadas sobre asuntos que si bien son de naturaleza política sin embargo responden a razones de conciencia. Primeramente, hay que atender a la esencia y el sentido de planteamientos como los que ha formulado la CEV en su Comunicado del 11 de agosto de este año, ante las elecciones parlamentarias. Según el Comunicado su propósito es procurar el discernimiento del los dirigentes sociales y políticos ante los graves retos que enfrenta hoy la patria.  Y que, a los miembros de la CEV, “Nos mueve la fe en Dios, en los valores trascendentes y el amor al pueblo, los únicos que conducen a la paz y a la convivencia fraterna de todos”. Ello es suficiente para no dudar de su intención, y mucho menos para calificar de claudicación a y demeritar a la CEV, sin que por ello signifique que no se pueda discernir tambien sobre la factibilidad de estos planteamientos, porque no obstante ser de orden moral, sin embargo, por su contenido es de naturaleza política y, por lo tanto, tambien hay que valorar su factibilidad, puesto que su efectividad se juega en la práctica y no en la teoría.  En segundo lugar, esta intención hace necesario ponderar las razones de lo que vendrían a ser sus proposiciones, puesto que son respuestas a un discernimiento político.  Y, en tercer lugar, de ser asi, como se trata de proposiciones, que por más que respondan a principios, en este caso, son cuestiones politicas, como se dijo, por ello, hay que examinar su utilidad, eficacia y factibilidad para valorar si ante males mayores son en verdad un perjuicio menor.  Parto, por tanto, del criterio que la posición de la CEV en la actual circunstancia del pais resulta muy enjundiosa y difícil de interpretar por el común de los venezolanos por la polarización a que ha llevado a una politica excluyente, de persecucion y dictatorial del gobierno que detenta el poder.  Polarización que hace más sensible y profunda la reacción frente a un gobierno de tal naturaleza incluso entre los sectores de oposición, que sufre persecucion, cárcel, torturas y desapariciones. Maxime que, como la misma CEV lo afirmó el 8 de enero y el 10 de julio existen sectores de oposición complacientes y sectores que se prestan al juego desvergonzado con el cual el régimen se consolida como un gobierno totalitario, por lo que, según la misma CEV, las elecciones deben ser autenticas y democraticas. Pienso, pues, que la participación plena y libre de todos los partidos y movimientos políticos, que el Comunicado sugiere, depende del grado de certidumbre de estas condiciones mínimas y de que la poblacion sienta esa participación como una exigencia.  Por ello, mas que una critica al Comunicado de la CEV, me permito, tambien por motivos éticos, expresar algunas de las inquietudes que me produce tal documento.

  El Comunicado de la CEV parte de que en Venezuela existe un mal mayor. La profunda crisis económica, social, moral, institucional y política que vive el país. Y que es olvidada por quienes tienen mayor responsabilidad en el campo político, porque materialmente controlan el poder. Ante esta realidad, a pesar de su anormalidad, el Comunicado ratifica que el pueblo tiene una gran vocación democrática. Esto es indiscutible.  Por lo que se entiende porque el Comunicado considera que una ruta política consensuada e inclusiva para resolver los ingentes problemas que afectan a nuestro pais, son las elecciones libres, justas e imparciales con participación de todos los partidos y movimientos políticos, y con un basamento ético que respete el voto ciudadano según está previsto en la Constitución y las normas electorales. Asimismo, el Comunicado, admite que las irregularidades que se han cometido hasta ahora en el proceso de convocatoria y preparación de este evento, no responden a este basamento. Por otro lado, señala que ante esta irregular situacion grupos importantes de sectores de oposición han expresado su voluntad de no participar en las elecciones parlamentarias, pero que esto no basta, sino que hay que buscar salidas y generar propuestas, en su lugar. Es decir, la simple abstención sin una ruta política para buscar salidas y generar propuestas para el pueblo, no produciría solucion a la crisis.  O, en otras palabras, que la abstención no militante lleva a la inmovilización popular y al abandono de la acción política.  Y, que la participación del pueblo es necesaria para vencer los intentos totalitarios y el ventajismo de parte del gobierno, si es masiva y si concurren plena y libremente todos los partidos y movimientos políticos y si estos dejan a un lado sus propios intereses para promover el bien común y el servicio a todo el pueblo venezolano. De modo que, si la participación partidista no es plena y libre, sino la de unos pocos con exclusión de los demas, o, aislada, por unos partidos, sin buscar consenso, no sería una movilización popular, y tan ineficaz como la abstención no militante. El Comunicado, asimila a esta abstención la de diciembre de 2005, y señala que no tuvo ningún resultado positivo. Si bien no fue la salida del gobierno, la participación de solo 3.604.741 votantes de 14.272.964 electores, o sea, la abstención del 75%, sirvió para la deslegitimación de la Asamblea Nacional oficialista, y para consolidar una unidad opositora hasta el punto de que esta participó masivamente en las elecciones parlamentarias de 2015, entre otras razones, porque había partidos y candidatos opositores habilitados y ademas porque se contaba con una sola tarjeta, se respetaron los centros electorales y se aseguró una auditoria electoral y una observación imparcial y  los militares no persiguieron los opositores; por lo que no fue posible   el fraude.  

Los demócratas no dudamos que la participación masiva del pueblo es indispensable y necesaria para vencer los intentos totalitarios y el ventajismo de parte del gobierno, como lo dice el Comunicado.  Ello depende de la realidad. De que ciertamente el pueblo sienta algún resultado favorable de su participación.   ¿En efecto, cuál es el ambiente para unas elecciones en la actual situación que vive nuestra sociedad, de anomia, desolación, tristeza, apatía y sobre todo hambre, mezcladas todas ellas con el Coronavirus?   Vienen a la memoria las palabras de Caldera en el Congreso Nacional cuando el malhadado golpe de Chávez, aquello de que no se le puede pedir al pueblo que se sacrifique en aras de la democracia, cuando ella padece de hambre. Sin duda un ser humano hambriento no puede tener ni siquiera civismo, como decía Fernando Savater, lo único que quiere es comer y todo lo demás, incluyendo por supuesto la política, viene después.

El solo llamado puro y simple a la participación, por ser un derecho irrenunciable, y porque es lo más democratico, se aleja de lo que es la praxis actualmente en Venezuela. La realidad nacional, lo sabemos de sobra, es la de que tenemos en el poder a un régimen arbitrario en que todo lo que hace u organiza, y que por su origen es ilegítimo, porque es usurpador. Es decir, es ilegal ad substantiam. Y, en consecuencia, un proceso eleccionario preparado por el régimen a su medida, por las irregularidades que el mismo Comunicado denuncia, si no es modificado, no ofrece garantía alguna, ni antes, ni después de la celebración del mismo.  Para hablar vulgarmente es una trampa más de las que acostumbra imponer el gobierno.  Ahora bien, ¿cuáles son las medidas reales que puede adoptar hoy en día y en lo adelante la oposición democrática de manera concreta?   Es cierto que es muy fácil decir que no puede ser pasiva la posición de la oposición. ¿Pero cómo se hace activa?  Honestamente con un país cuya población está acorralada por la pandemia, el hambre, las carencias y la anomia y pidamos a Dios que el virus no vaya estar peor en los meses por venir; no creo que para la mayoría de poténciales electores, la prioridad sean las elecciones por encima de su situación de cómo lograr sobrevivir ante tanta calamidad. Por el otro lado, el régimen no ofrece perspectiva alguna, garantías ni confianza para negociar nada. Es verdad, que impulsar movimientos masivos de calle en apoyo al desconocimiento del proceso, por supuesto que es lo ideal, pero hay que ser realista y práctico, como me decía un taxista cuando comentábamos la participación electoral, “la masa no está para bollos ahorita en Venezuela para sus electores, donde lo que prevalece es el virus, el sufrimiento, las carencias, el hambre”.  Es decir, la sobrevivencia existencial, por encima de cualquier reflexión política profunda como la que plantea la CEV, o de cualquier llamamiento entusiasta a líderes de oposición, que por las actuales circunstancias muchos han puesto la carne en el asador.  Por eso pienso que una mayor presión diplomática concertada y operativa, al unísono con una masiva participación politica mayoritaria de posposición de las elecciones, parece más lógica y pudiera servir para la búsqueda de la suspensión del malhadado proceso creado por el régimen, forzándolo a tener que aceptar la posposición por el imperativo del virus y del desconocimiento patente y activo de la comunidad internacional a la farsa que se cocina a fuego lento.  En este orden de ideas, no puede negarse reconocimiento al interés manifestado por la CEV, pues demuestra su amor por un país sojuzgado y de rodillas; además de ser su mensaje una muestra del apego a principios de participación cristiana muy respetables.  No dudo que la CEV en esta posición está orientada por la posibilidad de la unión y la concordia de todos los venezolanos. Aspiración que, en la realidad actual venezolana, controlada por un régimen que no tiene similitudes en el mundo y que es criminal, corrupto, excluyente, requiere practicidad. Es explicable, pues, que, ante esta adversidad, surja como planteamiento la abstención ante esa farsa electoral, pero la cual ha de ser militante y no pasiva y alternativa.  Por eso pienso, que antes de llamar a participar o a la abstención, la motivación debe ser la de la posposición de las elecciones para lograr mayor certidumbre sobre sus garantias de participación plena y libre, como ha de ser, según el Comunicado, el proceso electoral parlamentario.

  A la posposición de las elecciones ayuda la Comunidad Internacional. Hoy en día la UE está alineada con la posición porque las elecciones propuestas por el régimen son una farsa. La OEA también e igualmente el Grupo de Lima y el Grupo de Contacto.  Estados Unidos, Colombia y Brasil están alineados en la misma posición, al igual que más de 15 países latinoamericanos incluyendo a Argentina que se manifestó en contra del desprestigiado proceso.  Ademas,  ante la coyuntura del virus que para la época prevista del proceso electoral  puede estar en su fase más crítica en Venezuela, la salida  más real es presionar fuerte politica y diplomáticamente al régimen para que acepte una suspensión de las elecciones, instrumentándose esa acción, mediante declaraciones conjuntas de carácter diplomático de los grupos mencionados anteriormente y con medidas económicas y políticas concretas por parte específicamente de los países latinoamericanos, que hasta ahora han demostrado un apoyo más retórico que práctico en contra del régimen. Así mismo estas medidas deben coordinarse con los dos organismos, la OEA y la UE para que todos los que impugnan genuinamente al régimen venezolano actúen al unísono.  La UE que siempre se había mantenido arisca a apoyar decisivamente a la oposición democrática venezolana, hoy en día ha afirmado que de ninguna manera reconoce la farsa electoral que ha preparado el régimen y ni siquiera estuvo de acuerdo con enviar observadores internacionales al llamado “proceso”. Esa posición es aprovechable.  Por eso parece más conveniente una salida diplomática concertada y operativa, al unísono con una movilización de los verdaderos partidos de la oposición, en la búsqueda de la suspensión del malhadado proceso creado por el régimen, forzándolo a tener que aceptar la posposición por el imperativo del virus y del desconocimiento patente y activo de la comunidad internacional a la farsa que se cocina a fuego lento. No puedo negarle el reconocimiento al interés manifestado por la CEV, pues demuestra su amor por un país sojuzgado y de rodillas, además de ser su mensaje una muestra del apego a principios de participación cristiana muy respetables.  No cabe duda que la CEV en esta posición está orientada en la posibilidad de la paz, la unión y la concordia de todos los venezolanos, lo cual, en la realidad actual de Venezuela, para un régimen que no tiene similitudes en el mundo y que es criminal, corrupto, excluyente, tal propósito no es una exigencia ética.

Por supuesto que la posposición de las elecciones requiere de  una acción concertada febril que emane del gobierno  interino,  con el apoyo de todos los partidos verdaderamente opositores, a los fines de impedir a toda costa la elección y al mismo tiempo lograr que si se organiza un nuevo proceso sea en una fecha posterior y con unas bases, términos y condiciones totalmente diferentes que garanticen, transparencia, legitimidad, igualdad, seguridad y garantías reales de que las elecciones serán realizadas con el pleno respeto de todos los venezolanos habilitados para votar y que su derecho de elegir no será eliminado, irrespetado o conculcado. Sinceramente, ante la denuncia de que estamos ante un proceso electoral irregular, decir simplemente que hay que participar porque la participación del pueblo es necesaria para vencer los intentos totalitarios y el ventajismo de parte del gobierno, no parece lógico. Puesto que, ante tan desventajoso proceso electoral que resulta inmoral como una maniobra que obstaculiza la solución política y social de los verdaderos problemas presentes en el país, como se afirma en el Comunicado, sin desconocer que sus basamentos éticos sobre la participación electoral, que teóricamente es impecable y ajustada a sus principios; no la veo práctica en las circunstancias como está el país actualmente.  

En la ponderación que he hecho de la participación plena y libre de todos los partidos y movimientos políticos en las elecciones parlamentarias, que el Comunicado de la CEV sugiere, tengo presente algunas consideraciones, tambien de basamento ético. Como, por ejemplo, que no hay que confundir las esferas de accion de la política y la religión y que las decisiones electorales pertenecen al ámbito de la conciencia formada e informada de cada ciudadano (Gaudium Spes 76 y 16).  Por lo que en estos asuntos no existen criterios únicos o absolutos. Igualmente, que el ejercicio libre del derecho al voto es un requisito mínimo básico de la participación ciudadana, por lo que no se debe limitar la acción política a su mero ejercicio. Asimismo, considero que la participación politica ciudadana es multiforme y variada (Cristifidelis Laici), y que, si el ejercicio del derecho al voto es más favorable al bien común que la abstención, es una exigencia moral, vinculada a la corresponsabilidad ciudadana (Catecismo de la Iglesia Católica No. 2240). Ademas, si los clérigos, religiosos y religiosas, no deben participar de los asuntos político-partidistas (Codigo de Derecho Canónico 285, 287, 671); sin embargo, no pueden renunciar a su misión de acompañamiento y ánimo a los laicos sobre su funcion politica, como tampoco a la denuncia de lo que esté en contra del bien común (Gaudium Spes 31, 36 y 43).  Por estos principios, discernir en política debe conducir a elegir aquella propuesta que conduzca al bien mayor del pueblo. Por lo que el Papa Francisco ha dicho que “La política no es mera búsqueda de eficacia, estrategia y acción organizada” (Discurso a un grupo de la Pontificia Comisión para América Latina, 04.03.2019). Por otro lado, una misma fe cristiana puede conducir a compromisos diferentes (Octagésima Advenians 50). Esto supone que existe una diversidad de posturas y modos de hacer política y de buscar el bien común. Por tanto, el diálogo, la cooperación, la solidaridad, el respeto y el compromiso por el bien común han de ser los motores que impulsen a los ciudadanos de a pie y a los que ocupan cargos de responsabilidad política a buscar y hallar las formas más adecuadas para el desarrollo integral de todos (Sollicitudo Rei Socialis 32-33). Y, por lo que: “Si las condiciones lo permiten y propiciamos un ambiente cívico adecuado para la celebración segura, en términos de salubridad, de las elecciones congresuales, nuestra responsabilidad es ir a ejercer el derecho al voto. El abstencionismo electoral solo contribuye a que gane el más fuerte, que no siempre ni necesariamente coincide con el más idóneo para gestionar los asuntos públicos. Discernir profunda y responsablemente el voto, con la mirada puesta en el bien común, es un deber de nuestro ejercicio ciudadano. Con este compromiso básico con la democracia no termina el compromiso que ha de tener cada ciudadano con el país. Luego de votar se ha de continuar con la responsabilidad cívica de velar por el respeto y la ejecución de los compromisos asumidos por los candidatos en sus programas de gobierno, además de colaborar con el orden justo de la nación. La tarea es ardua, la renuncia a ella no ha de contemplarse como opción”. En este orden de ideas, “discernir cristianamente el voto significa que, desde los valores evangélicos y la mirada crítica y profunda sobre la realidad del país, buscar las decisiones que conduzcan al bien común y, desde esa distinción, decidir votar en consecuencia” (Cristian Peralta “Discernir cristianamente el voto”, Acento. Reflexiones Bioéticas).  

Caracas, 13 de agosto de 2020


[1]  Los artículos de la Serie Opiniones es responsabilidad de sus autores y no compromete al Grupo Democristiano Patricio Aylwin.

[2] Exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia. Individuo de Número de la Academia de Ciencias Politicas y Sociales. Coordinador del Grupo Democristiano Patricio Aylwin.

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