Abogado, Dr en Derecho. Profesor honorario de la Universidad de los Andes y ex Magistrado

domingo, 6 de mayo de 2018

¿Voto útil o por el mal menor?.


¿VOTO ÚTIL O POR EL  MAL MENOR?

Román J. Duque Corredor
 Las elecciones presidenciales adelantadas ilegítimamente por la Asamblea Nacional Constituyente, siete (7) meses antes de los lapsos constitucionales, con partidos ilegalizados judicialmente, un registro electoral excluyente, candidatos inhabilitados,  la exclusión del voto de venezolanos en el exterior, el ventajismo y el chantaje oficialista electoral, un CNE ideologizado, parcializado y comprometido, la ausencia de observadores independientes y la manipulación torticera de la normativa electoral; son los motivos que han llevado a sectores políticos a plantear como tesis la abstención o el no votar, como manifestación de rechazo a tal sedicente proceso, sin duda, arbitrario,  ilegitimo y discriminatorio.  En el entendido de que votar sería convalidarlo. Sin embargo, a pesar de tales hechos objetivos e indiscutibles,  se inscribieron para concurrir candidatos de oposición al presente  gobierno,  cuyo Presidente concurre para su reelección. Frente a la abstención como tesis de desconocimiento de dicho proceso adulterado, estos candidatos plantean  como justificación para votar, a pesar de la ausencia de verdaderas garantías electorales, que lo determinante es que  se vote mayoritariamente por ellos para sacar del gobierno al presente régimen militarista socialista.  Ahora bien, ¿ se trata de votar por el mal menor o del voto útil?. Creo, que los venezolanos debemos ponderar estas tesis, dado que implican cuestiones morales y no solo políticas.  Vale la pena recordar que la política es  parte de la moral.  De entrada,  no puedo calificar a los candidatos no oficialistas como “el mal menor”, porque sería atribuirles parte del mal, puesto que este es ausencia del bien, por lo que el menor mal es parte bueno y parte malo.  Por ello, es un concepto indeterminado,  como el ejemplo  de  la botella "medio llena" o "medio vacía", al que se refieren algunos filósofos. Es decir, que el grado de maldad a medias puede cambiar a más o a menos. Por eso, afirman estos pensadores,  la doctrina del mal menor, que exige procurar siempre el mayor bien posible y evitar el mal, es válida siempre que en verdad sea posible elegir.  De allí, que ante una elección que supone la responsabilidad de elegir, no existe otra posibilidad de rectitud ética que elegir lo mejor.  Igualmente, consideran estos filósofos, que si todo es malo hay que elegir el mal menor.  Pero,  que en ciertos casos el negarse a elegir, es decir, la abstención, aún siendo un mal, puede ser el verdadero mal menor que estamos buscando (http://es.catholic.net/op/articulos/57156/cat/622/es-licito-no-votar-al-mal-menor.html#).   De modo que el voto polo menos malo supone la responsabilidad y la posibilidad de poder  elegir. La cosa cambia, si la  responsabilidad no es simplemente elegir,  sino obtener un resultado político, lo cual es  totalmente diferente.  Por lo expuesto, la tesis de los candidatos inscritos como de oposición no me atrevo de calificarla del voto por el mal menor, porque sería atribuirles parte del mal, sino la del voto útil, que evidentemente no es propiamente un planteamiento de corte o naturaleza ética, sino práctica o pragmática. Tal como se deriva del calificativo de “útil” del voto como alternativa, por ejemplo,  para  sacar a Maduro, dentro de un proceso electoral indudablemente ilegítimo,  para impedir, su reelección, aún cuando no se den las garantías electorales que lo permitan.  Para la consideración de la tesis del voto útil como instrumento político, entendiendo la política como parte de la moral,  y al respecto seguiré las reflexiones que sobre el particular hace Manuel Morillo en Iglesia, sociedad y política, en su artículo “¿Es licito no votar al mal menor” , en la página web Catholic.net ((http://es.catholic.net/op/articulos/57156/cat/622/es-licito-no-votar-al-mal-menor.html#).
    Junto al  concepto de votar al  mal menor surge el del voto útil, que, por definición, ni significa ni bueno ni malo, pero si puede serlo para lo uno y para lo otro.  En efecto, como dice este autor, “La utilidad o inutilidad –siempre relativas- no califican de bueno o malo”. Ahora bien, tampoco es un concepto simple o sin contenido, si no se justifica  para qué es útil. Por lo que la utilidad del voto depende grandemente de las circunstancias en que se dé. De allí, que  cuando se habla de voto útil a secas, dice Morillo,  cabe entender que se trata del voto que servirá para que un candidato salga electo, sobre lo cual, por lo demás,  no hay ninguna certeza o garantía. En el caso de las elecciones sietemesinas presidenciales del 20 de mayo,  la explicación que se da para el voto útil es que hay que votar para salir de Maduro y que esta es una posibilidad que no se puede perder.  Lo cual, entre otras circunstancias, solo sería en enero del 2019. Es decir, que su utilidad no es inmediata. Además, de su no inmediatez, durante ese período, el candidato  derrotado, quien seguiría siendo Presidente,  a través de la Asamblea Constituyente, autoproclamada supraconstitucional y de un Tribunal Supremo de Justicia, de un Fiscal General y de un Contralor General, comprometidos, tendría la posibilidad de fijar nuevas  reglas del  ejercicio del poder por parte del nuevo Presidente. Por ejemplo, reducir el período presidencial,  designar el Vicepresidente, o limitarle sus competencias, o comprometer la totalidad de los fondos públicos o celebrar discrecionalmente contratos que comprometan al futuro Presidente.   Por tanto, el voto útil en dichas prematuras  e inseguras elecciones es una conjetura.  En efecto, el voto útil, sólo es válido si en verdad se  puede obtener realmente un cambio de régimen.  Por eso, el voto útil que hay que evitar,  es aún más vago y exigente que el voto por el mal menor. Así dice Morillo,  no sería útil votar a un partido para que obtenga la victoria,  sabiendo que existen obstáculos para que ello sea posible, por lo que  justificar ese comportamiento es bastante hipócrita. En efecto, se trata  del posibilismo absoluto, cuya preocupación dominante es no perder o ganar, y de votar al vencedor, que es una conjetura. Detrás de ello no hay sino falta de valor y fortaleza, como lo dijo San Juan Pablo II, porque se deja de lado la consideración de si votar es bueno o malo o el mal menor en procesos cuestionados y si de  obrar  de este modo  se presta o no se presta  a una colaboración ilícita a una ley injusta o a un proceso ilegítimo,  y, si realmente, ese voto no resulta útil, sino  inicuo.  El voto útil tiene que ser determinante para lograr completamente la opción política que se aspira por las garantías electorales existentes y que no se preste a  equívocos respecto de la licitud del proceso electoral porque se comprometen principios morales o políticos indeclinables.  Por otro lado, el voto útil, ha de ser un voto verdaderamente libre, sin restricción ni control; y no un instrumento para cubrir un resultado anticipado de  una candidatura. Y, que, aunque no sea lo menos malo, tenga posibilidades de triunfo.

Dice F. Javier Garisoain Otero, en su artículo “Doctrina y táctica del mal menor”, en la página web “Camino católico” (https://escucharlavozdelamor.blogspot.com/2007/12/doctrina-y-tctica-del-mal-menor-autor-f.html), que   la idea de  la utilidad inmediata del voto,  que  se construye sobre arena, o bases inciertas, es generalmente estéril. “No evita la ruina porque no remedia las causas del daño. La verdadera utilidad -también en política- es la que mira más allá. La que siembra sin pensar en la cosecha”. Y además,
olvida que hay otras "utilidades" a las que puede encaminarse la acción política como son: romper la unanimidad negativa,  ayudar a promover cambios positivos, dar ejemplo de fidelidad a unos principios, dar testimonio de coherencia y de honradez, etc.  Y, .porque falsea el sistema representativo que dice defender, cuando el voto pierde su justificación originaria que es otorgar la representación de un interés legítimo o de un principio.
 Por lo expuesto, coincido con  F. Javier Garisoain Otero, que estas tesis pragmáticas,  pocas veces llegan a desarrollar las últimas consecuencias de sus principios y  por una acción política de unos principios erróneos, es incierta y sorprendente,  y ni siquiera eliminan  todas las imperfecciones que se quieren superar
y mejorar. Finalmente,  en cuanto a los conceptos de mal menor y voto útil, se puede concluir que el voto al   mal menor como doctrina moral es siempre válida si  en verdad se trata de la responsabilidad de poder  elegir entre lo bueno y lo malo. Y,
que   táctica política del voto útil es puro maquiavelismo político y aunque aparentemente contradice la táctica del mal menor es en realidad una prolongación de una misma concepción que esteriliza la acción política.
 Moralmente, siento que no me puedo comprometer con la tesis del voto útil, que creo que no es tal, en las anticipadas elecciones presidenciales, y porque en verdad, dadas las condiciones en que se realizarán, no existe la responsabilidad ética de poder elegir entre el mal mayor y el mal menor. Porque ciertamente, tal voto es una conjetura, porque el proceso electoral convocado para la elección presidencial no es una garantía de la utilidad del voto a favor de los candidatos opositores para evitar la reelección de quien funge actualmente como Presidente.

Caracas,  6 de mayo de 2018