¿Votar o no votar? ¿Abstenerse o no abstenerse?
Román J. Duque Corredor
El votar es un derecho que no se puede
descartar o renunciar. Constitucionalmente
no es un deber que hay que cumplir. Y,
por otro lado, es cierto, que entre más íntima y profunda sea la conexión entre
la democracia deliberativa y la participativa habrá una legitimidad democratica
del Estado de Derecho, del cual el voto es una demostración. En efecto, el voto es un instrumento de
ejercicio de la soberania popular que es la fuente del origen legitimo del poder
público. Por eso su ejercicio debe garantizarse plenamente mediante un proceso
electoral, libre, competivo, de igualdad, imparcialidad, trasparencia y de
respeto al sistema de pluralidad de partidos; principios estos de los que depende
la legitimidad de estos procesos.
La realidad en Venezuela, en la actualidad, es
contraria a esos principios, lo que provoca una desmotivación para votar,
alentada por el propio gobierno. De modo
que no basta con decir que hay que ir a votar y que si votamos todos le ganamos
al gobierno, porque, en virtud de las últimas decisiones del TSJ, no hay
garantía de que se respete un resultado contrario al gobierno. Ademas, tambien sin una organización fuerte y
unida es difícil superar la falta de garantías electorales. De modo que cuanto
mayor y mejor, en cantidad y calidad y cuanto más amplia y consciente, sea
dicha organización, el votar podría ser una opción, porque habría mayor
probalidad de asegurar un resultado favorable. Para ello es necesario
deliberación, diálogo y consenso para logar una mayoría que influya en el
resultado electoral por encima de toda duda o fraude. Es decir, votar no porque es un derecho y que si
se vota mayoritariamente se gana, sino que ha de ser un voto beligerante y no
simplemente el menor daño, o el voto útil, o eficaz. En las elecciones de mayo de 2020, por
ejemplo, el voto opositor fracasó, no tanto por la campaña abstencionista y no solo
por la falta de garantias electorales, sino por la ausencia de una verdadera
organización unitaria y de un candidato no representativo del voto beligerante
y de un verdadero mensaje opositor.
Ahora bien, entonces, ¿la alternativa es la abstención?
Es verdad que la abstención es una forma
políticamente de mostrar rechazo, como lo es tambien el voto en blanco o el
voto nulo. Pero, la falta de legitimidad del proceso electoral es insuficiente
para justificar la abstención, porque abstenerse sin que represente una
eficacia, es decir, sin una consecuencia determinante contra el gobierno, puede
ser tan contraproducente, como votar por votar sin que se tenga una verdadera
probalidad de que el voto sea útil.
La realidad actual en Venezuela, como lo ha
reconocido la Unión Europea, el Consejo Permanente de la OEA, la Comision Interamericana de Derechos Humanos,
el Grupo de Contacto y el Grupo de Lima;
de acoso contra la Asamblea Nacional, de designación de un ilegitimo
CNE, de interferir en el funcionamiento de los partidos políticos
independientes y del secuestro de sus
tarjetas y símbolos y de designacion de directivas partidistas ad hoc; y de
reforma la ley electoral en contra de la prohibición de modificar la normativa
eleccionaria en los seis meses anteriores al dia de la lección; constituyen un
obstáculo para la celebración de elecciones justas, libres, y transparentes,
con un Consejo Nacional Electoral independiente y un Tribunal Supremo de
Justicia imparcial, y con observación internacional independiente. Y, por ello mina la confianza en los eventos electorales del país,
como medio de expresión de la soberania popular y motiva la abstención como
rechazo a dicho sistema. Sin embargo, a pesar de este obstaculo, estos
organismos internacionales señalan que todos los actores políticos deben hacer
un esfuerzo para llevar a cabo un proceso decidido de transición pacífica y
democrática en la República Bolivariana de Venezuela, de conformidad con las
leyes nacionales y su Constitución, así como lo establecido en la Carta
Democrática Interamericana y la Carta de la OEA.
Surgen,
entonces, tres posiciones. Una, la de la llamada Mesa de Diálogo, o “mesita”, que
considera que con las sentencias 0068, 0070, 0071 y 0072, del TSJ, favorables
al gobierno, estan dadas las condiciones para realizar unas elecciones
parlamentarias libres. Otra, la que no existen tales condiciones y que votar es
legitimar el régimen de facto de Maduro, por lo que se justifica la abstención.
Y, una tercera, que sostiene, que se justifica votar, si se logra una gran convocatoria a la unidad nacional en base a un
programa de reconstrucción de las instituciones, de
reactivación del aparato productivo, de justicia social y de reequipamiento
moral; y la formulación de una sola tarjeta que represente la unión nacional. De estas tres posiciones, las dos primeras de
manera absoluta sostienen que se puede votar dentro del presente sistema
electoral o de que se debe ir a la abstención.
Según esta tesis, no tanto por la falta de garantias electorales, sino
porque ello significa convalidar la ilegitimidad del régimen, no obstante que
el voto en contra impide juridicamente considerarlo como convalidación, como lo
reconoce la doctrina y la jurisprudencia comparada, si ciertamente puede
influir en el resultado final. Por estas razones, hare unas precisiones sobre
la justificación o no de la tercera posición, la cual aparece condicionada a la
organización de la unión nacional, a un compromiso postelectoral y a la
utilización de una sola tarjeta.
Entiendo, que esta posición
se basa en la tesis que la doctrina denomina “el voto como mal menor”,
que ha sido reconocida en las ciencias politicas y en la ética politica,
incluso, por la Conferencia Episcopal Venezolana; pero bajo la compensación de
una unión nacional que determine la probalidad que el voto de la mayoria
influya en el resultado final; y de una alternativa de reconstrucción
institucional, de reactivación del aparato productivo, de justicia social y de
reequipamiento moral. Es decir, la tesis
tambien, que la doctrina llama “el voto útil”.
Evidentemente, que la tesis
del voto como mal menor junto con la del voto útil, aparece ser la más
racional, pero dada la realidad venezolana de la incertidumbre electoral, que
produce desmotivación, y la ausencia de una estructura que agrupe a la mayoria
opositora, es la que requiere mayor esfuerzo de motivación y exige, como presupuesto,
una organización unitaria y de sinergia de la sociedad civil y el sector
político. No solo de cantidad, sino de calidad y de un liderazgo creíble y de
un compromiso factible electoral y postelectoral. De modo que el planteamiento de la tarjeta de
unión nacional y del voto útil tendría que aparecer como una propuesta para
toda la oposición y no la posición particular de un grupo opositor y, por supuesto,
dicha propuesta ha de tener neto cariz opositor inclusivo. En otro orden de ideas, la tesis del voto del
mal menor o del voto útil, estaria ajustada a los planteamientos de los
organismos internacionales, antes mencionados, y del Consejo Episcopal de
Venezuela y del manifiesto bipartito de FEDECAMARAS y sectores civiles, por
ejemplo. Sin embargo, considero, que si
esta tesis aparece como de un grupo de la oposición; y que por otro la no tome en cuenta la existencia de la Asamblea
Nacional como el único poder legítimo y a su Presidente, como representativo de
la institucionalidad democratica; no lograra superar la estrategia de desmotivación del voto del gobierno; y, en consecuencia, su estructura será débil como la que se presentó
en las elecciones de mayo del 2018 ; y, por ello, será ineficaz para vencer el obstaculo de un sistema electoral
comprometido con el gobierno.
Vale la pena destacar, por los efectos
internacionales que tendrían las diferentes tesis sobre la votación o la abstención,
que la justicia federal norteamericana consideró valido el reconocimiento de
ilegitimo que el gobierno de EEUU hizo del gobierno de Maduro, y de legítimos de
la Asamblea Nacional y de Juan Guaidó, como poder legislativo y presidente
interino , respectivamente. E, igualmente reconoció la validez del Estatuto de la
Transicion hacia la Democracia, aprobado por la mencionada Asamblea y de los
actos que esta hubiere dictado (Corte del Distrito Sur de Texas, Caso “Impact
Fluid Solutions LP e Impact Fluid Solutions LLC contra BARIVEN SA y sus
subsidiarias PDVSA Services BV y PDVSA Services Inc., 20/05/2020).
Igual razonamiento de la eficacia del voto útil, podría formularse
de la propuesta de la abstención, sobre
la necesidad de su justificación
mediante una unión nacional abstencionista, es decir, de una abstención activa
y beligerante, de la mayoria de la oposición, con fundamento tambien en un fin
útil para la solucion de la crisis politica y no de simple rechazo a la
ilegitimidad del gobierno; que compense el no ejercicio del derecho del voto,
en el entendido que lo que es ilegitimo no se convalida si el voto es expresión
de un rechazo, como lo es el voto en blanco o el voto nulo, según el derecho comparado y a la
doctrina de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, que considera la abstención como un recurso electoral ( https://www.corteidh.or.cr/tablas/14910.pdf). Igualmente, el simple no votar, sin un compromiso de
una beligerante accion politica, carece de eficacia.
Pienso que la tesis del
voto útil o de la unión nacional y la de la abstención activa beligerante,
tienen racionalidad, si por la eficacia del resultado se justifican, como mal
menor. Y por ello tendrían legitimidad ante la opinión nacional e
internacional. Por otro lado, ambas
tesis requieren lograr el mayor consenso en favor de una u
otra posición, por lo que la descalificación entre los partidarios del voto
útil o de la abstención, es una pésima tactica. Y, finalmente, la sola propuesta de votar o de
la abstención, sin una logistica electoral o politica, son inútiles. En este
orden de ideas, vale la pena recordar a Churchill, que decía” Aunque la
estrategia sea hermosa, ocasionalmente deberías ver los resultados”. Y, que agregaba, que, “De nada sirve
decir, lo estamos haciendo mejor posible. Sino que tienes que hacer lo que sea
necesario para tener éxito”. Y, tambien, para nuestra realidad politica,
resulta inspiradora la frase de Churchill. “Si
uno no quiere luchar por el bien cuando puede ganar fácilmente sin
derramamiento de sangre, si no quiere luchar cuando la victoria es casi segura
y no supone demasiado esfuerzo, es posible que llegue el momento en el que se
vea obligado a luchar cuando tiene todas las de perder y una posibilidad precaria de
supervivencia. Incluso puede pasar algo peor: que uno tenga que luchar cuando
no tiene ninguna esperanza de ganar, porque es preferible morir que vivir
esclavizados". Los promotores del voto y de la abstención, tienen un
reto y un desafío y los electores tenemos la decisión.
Caracas, 28 de
junio de 2020
Excelente explicación Doctor y paisano RJDC... las elecciones de Mayo que hizo referencia en fueron las de 2018...?
ResponderEliminarSi Mayo 2018. Error digital. Gracias.
EliminarExtraordinario fundamentos en el “Derecho de gentes” y en las razones de sostenibilidad de la democracia ante la tiranía. La suscribo y hago causa común con su predicamento.
ResponderEliminarExtraordinario, producto de un pensamiento claro y con una impecable e integral formación jurídica y social. Se requiere educar a la población para el ejercicio de la ciudadanía en forma racional, conciente, con conocimiento de todos estos razonamientos producidos por personas,como el Dr. Duque, que se dedican al estudio e investigación de los proceesos sociales, enmarcados en el estado de derecho con fundamentos sólidos y ubicados en un contexto o realidad integral, nacional e internacional. La claridad de toda esta argumentación la hace accesible a todas las personas. Hay que publicarla y que llegue a la mayoría unitaria que queremos construir. Gracias Dr. Duque!
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