Abogado, Dr en Derecho. Profesor honorario de la Universidad de los Andes y ex Magistrado

sábado, 4 de diciembre de 2021

LA NUEVA ARISTOCRACIA DEL SOCIO CAPITALISMO DEL SIGLO XXI

               LA NUEVA ARISTOCRACIA DEL SOCIO CAPITALISMO DEL SIGLO XXI 

                                                                                                 Román J. Duque Corredor 

Tomo de la obra de Milovan Djilas “La Nueva Clase” (Instituto de Investigaciones Sociales del Trabajo, de México), la idea que las revoluciones comunistas triunfantes han tenido por resultado, en todas partes, el control total del Estado por un partido y una burocracia de partido, que constituyen una nueva clase de ambiciosos de poder y de explotadores de sus semejantes. Y que ese control absoluto del poder crea una estructura servil de reverencia y subordinación al jefe del gobierno y del partido, supuestamente en base a una ideología, como una corte de nobles y de favoritos, que se apoderan de las riquezas y donde el nivel de vida que se mejora, no es el de la población proletario, sino el de esa nueva aristocracia, el de una burocracia política y de adulantes serviles. Al Rey, lo sustituye el Comandante o el Padre de la Revolución, y, aun después de fallecidos, llamados eternos o, padres de revoluciones; y de su tierra sus adoradores hacen una cuna histórica y un monumento nacional. A sus familiares le anteponen el calificativo de primigenios combatientes o de primeros revolucionarios y a los demás el de simplemente de compañeros o combatientes. La corte revolucionaria, como decía Milovan Djilas de la nueva clase, está formada por quienes gozan de privilegios especiales y de preferencias debido al monopolio administrativo que detentan desde la cima del poder los dirigentes del partido, que se extiende hasta sus familias y amigos. 
Y si, en el caso de Venezuela, analizamos el descenso electoral en 20 años del partido gobernante, que ha gobernado según un Socialismo del Siglo XXI, bien caben las palabras de Milovan Djilas, que, “El partido hace a la clase, pero ésta se fortalece, mientras aquél se debilita. Este es el destino inevitable de todo partido comunista que alcanza el poder”. Propio de los sistemas aristocráticos socialistas es la desigualdad social que se traduce en el aumento de la pobreza y de la inseguridad alimentaria, en la reducción de una clase media y el surgimiento de una clase rica exclusiva y excluyente, a costa del proletariado a quien su ideología ofrece igualdad. Véase nada más los datos de Encovi de septiembre de 2021, que indican que el índice de pobreza total en Venezuela se ubica en 94,2% y que el índice de la pobreza extrema se ubica en 76,6%. Así como que los beneficios sociales no alcanzan a la clase proletaria sino a quienes se consideran beneficiarias mediante un proceso de autoselección. Ello es típico de esos sistemas revolucionarios, según la tesis de Milovan Djilas, en los cuales en nombre del proletariado se establece un monopolio de la nueva clase primordialmente sobre la clase obrera. De ello es testimonio el aumento de los índices que contribuyeron al crecimiento de la pobreza de los venezolanos durante el socio capitalismo del Siglo XXI: educación (8,89%), vivienda (11,78%), empleo (12,72%), servicios (18,54%) e ingresos (48,05%). Esa nueva aristocracia socio capitalista se refleja en el disfrute de mayores bienes materiales y privilegios de los que la sociedad concedería normalmente por el desempeño de las funciones burocráticas políticas. 
En efecto, hoy día en Venezuela los gobernantes tienen imágenes de mayor riqueza, que recuerda la frase de Milovan Djilas, que “el funcionario comunista aparece, a los ojos del hombre de la calle, como muy rico y el afortunado que no necesita trabajar”. Las imágenes de funcionarios del socio capitalismo revolucionario del Siglo XXI, y de sus favoritos, en Los Roques, o en sus reuniones sociales, sus viajes en aviones de lujo, o sus paseos en paraísos del exterior, las viviendas de lujo en el país o fuera de ellas, o entre otras cosas, dan esa apariencia de una aristocracia creada desde el poder con fundamento en una ideología de una revolución de la clase obrera. Vuelvo a citar a Milovan Djilas, porque que mejor ejemplo nos pueda dar de este paradigma de esta nueva aristocracia, cuando decía:” En el sistema comunista, el poder y el gobierno son idénticos al uso, goce y disposición de casi todos los bienes de la nación. Quien alcanza el poder, obtiene privilegios e, indirectamente, obtiene propiedad. Por consiguiente, en el comunismo, el poder o la política, como profesión, constituyen el ideal de quienes tienen el deseo de vivir como parásitos, a costa de otros”. De allí se entienden porque se aferran al poder, porque, según el mismo Milovan Djilas: “Privar a los comunistas de sus derechos de propiedad equivaldría a abolirlos como clase. Obligarlos a ceder sus otros derechos sociales, de modo que los obreros pudieran participar en la distribución de los beneficios producidos por su trabajo, —cosa que los capitalistas han tenido que permitir, en fuerza de huelgas y de acciones parlamentarias— significaría que se priva a los comunistas de su monopolio sobre la propiedad, la ideología y el gobierno. Esto sería el comienzo de la democracia y de la libertad en un régimen comunista, es decir, el fin del monopolio y del totalitarismo comunista. Mientras no suceda esto, no puede haber indicios de que tengan lugar cambios importantes, fundamentales, en los sistemas comunistas, por lo menos a los ojos de quien reflexiona en serio el progreso social”. De allí, entonces, porque sus sistemas electorales no son democráticos o de un gran ventajismo electoral. Porque el poder es la razón de ser de su clase aristocrática. 
Milovan Djilas escribió su “Nueva Clase” antes de los acontecimientos de Hungría de octubre de 1956 y posteriormente, en un artículo aparecido en el semanario social demócrata de Nueva York "The New Leader", el 19 de noviembre de 1956, que como Apéndice a su obra denominó “La Tormenta en la Europa Oriental”, afirmó,” la revolución húngara dio un salto gigantesco y planteó el problema de la libertad en el comunismo, es decir, el substituir el sistema comunista por un nuevo sistema social”. La tesis de ese Apéndice fue que, con el comunismo nacional, como se llamaban los gobiernos comunistas de Polonia y el de entonces de Yugoeslavia, para diferenciarse del comunismo soviético, empezó un nuevo capítulo en la historia del comunismo y de los países dominados de la Europa oriental. Mientras que con la revolución del pueblo húngaro empezó un nuevo capítulo en la historia de la humanidad. Y que la diferencia entre uno y otro acontecimiento, es que el comunismo nacional es incapaz de escapar a los límites del comunismo como tal, es decir, el emprender la clase de reformas que podrían transformar y conducir gradualmente el comunismo a la libertad, puesto que el comunismo nacional puede meramente separarse de Moscú, pero en su propio ritmo y estilo nacional construir un sistema comunista esencialmente idéntico al de Moscú, de una nueva clase dominante en base al poder del Estado. Mientras que Hungría superó los conflictos internos que tenía Polonia, pues no solamente desvaneció el grupo llamado estalinista, sino que repudio el sistema comunista en sí mismo por su monopolio clasista. Y avizoraba proféticamente que los pueblos de la Europa oriental tendrían que hacer frente heroicamente a nuevas luchas por la libertad y la independencia La historia le dio la razón a Milovan Djilas, pues, posteriormente, Polonia también repudio ese sistema. Este testimonio emana de quien como él fue comunista desde su juventud, un héroe de la Segunda Guerra Mundial y un amigo íntimo del mariscal Tito y colaborador suyo en las labores de gobierno y que fue el autor principal del tipo de teoría comunista que formuló y apoyó la audaz ruptura de Tito con Stalin, en nombre de la independencia nacional. 
 Del  mismo testimonio y de los ejemplos históricos que le dieron la razón, puede concluirse, primeramente, que, en la actualidad, los sistemas comunistas, aunque no exista un sistema internacional al cual pertenezcan, reproducen la misma estructura moscovita de una nueva clase dominante en base al poder del Estado y con fundamento en una ideología proletaria. Y, en segundo lugar, que esos sistemas por esa misma estructura clasista y aristocrática, generan el germen de un repudio en la misma clase trabajadora y proletaria, que se muestra, entre otras manifestaciones, en la disminución del apoyo popular, que esos regímenes tratan de esconder con misiones o programas sociales, pero que suponen un control social por la misma aristocracia, puesto que de la desigualdad y de la pobreza de esa clase proletaria, deriva su monopolio aristocrático. Por eso, también, como sucedió en Hungría y después en Polonia los pueblos que soportan la nueva aristocracia de esos sistemas de un supuesto nuevo socialismo, hacen y harán frente heroicamente a nuevas luchas por la libertad y la democracia. Por lo que el compromiso de quienes predican esos valores democráticos es el de conformar plataformas unitarias alrededor de un mensaje de desmontar la aristocracia del socio capitalismo del Siglo XXI, a través de pactos sociales de desarrollo equitativo, libre de monopolios, y de garantía de los derechos económicos y sociales de las clases más desfavorecidas.

 Caracas, 4 de diciembre de 2021

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