La conocí desde los preparativos del programa de gobierno del entonces candidato, Dr. Luis Herrera Campins, en los años 1977-1978, donde nacío una amistad, al conocer los vinculos de su Padre, el Dr. Manuel Pulido Méndez, con mi abuelo, Br. Felix Román Duque, en Tovar y Zea, y despues con mi Padre, José Román Duque Sánchez, en Mérida, cuando fundaron la Sociedad Bolivariana y cuando fue Rector de la Universidad de Los Andes. Así como por la relación de su Tío, Monseñor José Rafael Pulido Méndez, con mi Tío, Presbitero, Humberto Corredor Tancredi, a quienes ambos llamábamos "Tío Padre". Fue de esas amistades que sin llegar a la de intimidad se forjan por la confianza mutua. Amistad que se enriqueció por la cercanía que tuve en Mérida con Wenceslao Briceño, quien fue su esposo. Más tarde al designarme el Presidente Luis Herrera Campins, Consultor Jurídico de la Presidencia, en marzo de 1979, me reencontré con ella, designada Ministro de Estado para la Participación de la Mujer en el Desarrollo, quien de inmediato me incorporó al equipo que designó para impulsar la reforma del Código Civil y de la Ley de Adopción, que fueron promulgados en 1982 y 1983, respectivamente. Recuerdo su defensa por la igualdad de los derechos de la mujer en el matrimonio, en la administración de los bienes conyugales, en el ejercicio de la patria potestad, así como respecto de los derechos de la personalidad de la mujer para seguir utilizando el apellido de soltera y su planteamiento con relación a la discriminación femenina en cuanto al adulterio como causal del divorcio. Su posición sobre la igualdad de los hijos legítimos, naturales y adoptivos en materia de filiación. Me correspondío trabajar con su excelente equipo ministerial en la preparación del anteproyecto de ley sobre la violencia familiar y en el proyecto de ley del bono alimentario, cuyo anuncío lo había hecho el Presidente Herrera Campins en su Mensaje de Año Nuevo el 1° de enero de 1982, para beneficiar a asalariados con ingresos no mayores de Bs. 1.500 mensuales. Proyecto de ley que fue presentado al Congreso de la República. Me pidío que revisara las propuestas que pensaba llevar a la Conferencia Mundial de la Mujer que se realizaría en Copenhague en 1980. No me eran extrañas sus llamadas telefónicas desde Nueva York, como Subsecretaria adjunta de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social y la Participación de la Mujer. Recuerdo que cuando se le designó Ministra de la Familia, en el Gobierno del Presidente Rafael Caldera, en 1994, y estando yo en el ejercicio libre de la profesión me pidío colaboración para su proyecto del Servicio Nacional Autónomo de Atención Integral a la Infancia y a la Familia (Senifa) y de expansión de los multihogares y hogares de cuidado diario. Y cuando estuvo a cargo de la dirección de la Revista SIC, entre 1996 y 2002, me pedía información sobre asuntos agrarios. No olvido su pensamiento sobre el ciudadano y ciudadania, su tésis sobre "disociación normativa" o la no vigencia de las reglas sociales y la perdida de valores. Inolvidable son sus "Reflexiones sobre Venezuela y la Política", apenas hace meses, en el Foro "La Economía y la Polít ica", organizado por Prodavinci en el Teatro Chacao, el pasado 21 de abril de 2016, en las cuales se refirío a las elecciones del 6 de dicimbre de 2015. De esas Reflexiones quiero destacar algunas frases que habrán seguir siendo de plena vigencia: "Yo diría que el problema es que creemos que mientras más rápido llegamos al poder mejor, porque el poder es eterno. Pero mantenerte en el poder obliga a negociar permanentemente". "Nunca está de más la reiteración, tenemos que construir normas y eso es lo que llamamos institucionalidad. Es decir, que las instituciones no son personas, son metas que le permiten a un colectivo saber qué esperar y a cuales sanciones está sujeto".
Esos golpes de atúd, que sacuden y comueven, porque quien admiramos inicía un inexorable viaje sin retorno, y que nos priva de seguir disfrutando de su amistad y de su saber, y el recuerdo de su prestancia en nuestras vidas, nos hacen ver a esos seres como admirados y admirables, como lo fue esta mujer que se llamó: Mercedes Pulido de Briceño. Admirada por su feminismo y admirable por su sabiduría. Mercedes, al lado, muy cerca del Señor, recibe la gracia reservada para quienes en la vida fueron ejemplos de virtud.
27 de agosto de 2016
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