HAMBRE Y LIBERTAD
Román J. Duque Corredor
Viendo que no tienes que comer,
lo poco que tengo te lo ofrezco,
como en el sermón de la montaña,
nos enseñó Jesús.
Compartiremos el hambre.
Uno, por no tener que comer,
y otro, por comer lo poco que hay,
y unir
voluntades para reclamar el derecho de sobrevivir.
En una
Venezuela hambrienta,
si el
pan que nos llega,
solo alcanza una boca,
no prediquemos el odio contra quien
tiene algo que comer,
porque el hambre no se sacia con
rencor.
Unamos flaquezas de cucharas y
tenedores,
en un sentimiento compartido,
para reclamar todos conque comer.
Cuando el
hambre nos acecha,
pidamos a quien gobierna,
que no nos deje morir porque no hay que comer.
Si para alimentarnos se nos pide a cambio,
ceder libertades y derechos,
demandemos todos con firmeza,
que es un
crimen que para poder comer,
la comida sea el precio de la libertad, o,
el jornal para vivir.
Esclavitud peor que perder la libertad,
es la de someternos para yantar,
y
no tener que ayunar,
porque es vender la vida para no
morir.
En una Venezuela cada vez más hambrienta,
por las arcas exprimidas y
saqueadas, y
sus riquezas devoradas,
el hambre no debe apagar el apetito
por la libertad.
Hacer más miserables las vidas,
pudiendo haber abundancia,
por la saciedad y hartura de
poder,
es crimen de lesa humanidad,
que habrá que condenar,
porque es asesinar de los humanos
la dignidad.
Caracas, 16 de junio de
2016.
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