GUSTAVO
BRICEÑO VIVAS, el menor de los hermanos de los afectos
Román
J. Duque Corredor
Hermanado por el afecto de una
amistad,
cultivada día a día y nutrida por querencias familiares,
de Zea, Mérida y Trujillo,
Gustavo, fue un hermano más.
Cara de niño y sonrisa infantil,
en su estampa de adulto mayor y de un
gran pensador,
Gustavo armonizaba la humildad y
generosidad
con su espíritu soñador.
La protección tenaz de los derechos humanos
y
de la dignidad de la humanidad,
adornaron su personalidad.
Y fueron razones de su existir
y causa de su pensar.
Gustavo, defensor del pueblo latinoamericano,
por
el honor y mérito de ser su precursor,
en Venezuela y en América.
Hoy, por tu viaje sin retorno,
unidos en el dolor,
se te rinde homenaje sincero,
por haber sido del Ombudsman,
por
excelencia,
el modelo americano a seguir.
Tu saludo cotidiano y matinal, con
voz de optimismo y de fe,
no repiquetearán más en mis oídos.
Pero, su eco no dejaré de escuchar,
porque no lo silencia la madera de tu
ataúd,
ni la losa de tu sepulcro.
Gustavo, mi hermano menor,
de la familia de mis afectos.
Compañero inseparable de mis luchas
por conseguir la justicia por el acatamiento
a la ley.
tu presencia seguirá conmigo,
para sentirte siempre a mi lado.
Porque desde el cielo seguirás
saludándome,
como todos los días: “Román, estamos vivos,
demos gracias a Dios”, y,
te responderé, Gustavo, también porque estas junto a él.
.
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