GRUPO DEMOCRISTIANO PATRICIO ALYWIN
Ética y Política”. “Humanismo y Tolerancia”
Serie
Opiniones[1]
“Será
responsabilidad del Estado velar por la protección de las riquezas nativas en
materia de flora y fauna, por la calidad del aire y del agua, de los ríos,
lagos, lagunas y del mar territorial, de los recursos renovables y no
renovables, de tal modo que se mantenga el equilibrio ecológico necesario para
la vida y que la naturaleza no sea destruida por la actividad de explotación y
usos indiscriminados” (Patricio Aylwin, “Programa de gobierno)
APORTE DEL HUMANISMO CRISTIANO
AL HUMANISMO AMBIENTAL
Román
J. Duque Corredor[2]
En el magisterio de la catedra de Roma es
posible distinguir como fuentes del humanismo cristiano diversos documentos
pontificios, entre encíclicas, cartas y discursos. Estas fuentes son
caracterizadas por su contenido. Asi, por ejemplo, las Encíclicas Rerum
Novarum de León XIII (1891) se distingue por la cuestión social en
razón del impacto político que generaba la revolución industrial y que
transformó las relaciones de trabajo en el mundo; la
Humani Generis de Pio XII
( 195) sobre la falsas opiniones contra los fundamentos de la
doctrina católica; la Pacen in Terra de Juan XXIII
(1963) sobre la promoción de la
paz entre todas las naciones y de condena a la carrera armamentista; la Populorum
Progressio de Paulo VII (1967) sobre
el progreso de los pueblos mediante el desarrollo social para alcanzar la paz
entre los pueblos; la Laborem Excersens de Juan Pablo II (1981) acerca de la dignidad del trabajo humano
; la Caritas in Verítate de
Benedicto XVI (2009) dedicada a examinar la globalización y
recientemente la Laudato Si del Papa Francisco (2015)
que se refiere a aspectos ambientales y a la invitación
a salvar el planeta. De estos
documentos es posible deducir nociones y principios no solo para el humanismo
cristiano, sino tambien para la confluencia de la doctrina del humanismo
contemporáneo. Una de esas fuentes es la Encíclica Laudato Si, del Papa
Francisco, de 24 de mayo de 2015, que, junto con su Mensaje ante la 70ª Sesión
de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 25 de septiembre del mismo
año, con motivo de la Cumbre sobre la Agenda 2030 para el Desarrollo
Sostenible, constituyen las fuentes del humanismo cristiano respecto del
derecho al ambiente, la biodiversidad y la ecología. Es decir, desde el punto
de vista del derecho humano al desarrollo y de la conservación de la naturaleza
como principio ‘ético, más allá de lo técnico y conservacionista. Por su
importancia para la doctrina humanista, vale la pena destacar el contenido de lo
que podría llamarse “el ecologismo cristiano”.
Para el humanismo cristiano existe un
verdadero «derecho del ambiente», por dos razones. Primeramente, porque los seres humanos son
parte del ambiente y, por tanto, viven en comunión con él. Por ello, el ambiente
comporta límites éticos que la acción humana debe reconocer y respetar, puesto
que trascienden más allá del ámbito físico y biológico del adelanto de la
ciencia, de la técnica, de la industria y el consumo, por las capacidades de
progreso del hombre. Es decir, la
humanidad es un cuerpo formado por elementos físicos, químicos y biológicos,
que solo puede sobrevivir y desarrollarse si el ambiente ecológico le es
favorable. De allí que cualquier daño al
ambiente es un daño a la humanidad. Y, en segundo lugar, el ambiente es un
verdadero derecho, porque cada una de las creaturas, especialmente las
vivientes, tiene un valor en sí misma, de existencia, de vida, de belleza y de
interdependencia con las demás creaturas.
Por esta razón, los cristianos, junto con las otras religiones
monoteístas, creen que el universo proviene de una decisión de un creador, que
permite al hombre servirse de la creación para el bien de sus semejantes y para
gloria del creador, pero que no puede abusar de ella y mucho menos está
autorizado a destruirla. De este
planteamiento se deduce que el humanismo el ambiente es un bien fundamental.
Por otra parte, para el humanismo cristiano el
abuso y la destrucción del ambiente generan un imparable proceso de
exclusión social. Porque abusar de los
recursos materiales disponibles excluye de su aprovechamiento a los más débiles
y con menos habilidades. Esta exclusión
económica y social por el abuso ambiental es una negación de la fraternidad humana
y un gravísimo atentado a los derechos humanos y, por supuesto al ambiente,
como bien fundamental. Por ello, en el
humanismo la “cultura del descarte”, o la cultura de exclusión a todo aquel y
aquello que no esté en capacidad de producir, excluye a los seres humanos no
solo del creador, sino tambien de las cosas, de los animales y de los bienes de
la naturaleza. Por tanto, para el
humanismo los procesos de exclusión economica social y ambiental atenta contra
el derecho básico a la vida, la libertad y la propiedad.
En ese orden de ideas, los
compromisos asumidos internacionalmente solemnemente, si bien son necesarios
para el derecho al ambiente, la noción clásica de justicia de constans et
perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi, debe acompañar esos
compromisos como elemento esencial de una voluntad constante y perpetua de
cumplir esos compromisos o declaraciones.
Es decir, para el humanismo el nominalismo declaracionista, como un
efecto tranquilizador en las conciencias es ineficaz, en la lucha contra todos
los flagelos de la “cultura del descarte”.
Parte de esa voluntad es la de promover la cultura y la educación
ciudadana para proteger y recuperar el ambiente.
En ese contexto del derecho al ambiente como
parte del derecho al desarrollo, existe la obligación internacional de los
estados de garantizar una mínima base material y espiritual para las personas
de ejercer su dignidad y para formar y mantener una familia, que es la célula
primaria de cualquier desarrollo social.
Es decir, materialmente: techo, trabajo y tierra: y la libertad de
espíritu, que comprende el ejercicio pleno de los derechos fundamentales de la
persona humana. Asimismo, el derecho del desarrollo humano integral tiene como
fundamento el derecho a la vida, es decir, el derecho a la existencia de la
misma naturaleza humana. En consecuencia, para el humanismo la proteccion del
ambiente es parte del derecho a la vida.
En el mismo orden de ideas,
para el humanismo cristiano la crisis ecológica, y la destrucción de la
biodiversidad, atentan contra la existencia misma de la especie humana. Puesto que “El hombre no es solamente una
libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es
espíritu y voluntad, pero también naturaleza» (Benedicto XVI, citado en Laudato
Si). De modo que la defensa del
ambiente, de la biodiversidad y la lucha contra la exclusión son principios
‘éticos inscrita derivados de la naturaleza humana, que comprende el absoluto
respeto de la vida en todas sus etapas y dimensiones. Para le humanismo cristiano y para el
humanismo, en general, la aplicación de estos principios ayuda a resolver los
graves desafíos de la degradación ecológica y de la exclusión y a garantizar el
derecho al ambiente como parte del derecho al desarrollo integral.
De acuerdo con lo expuesto en
el humanismo cristiano, y, a mi juicio, en la doctrina humanista, existe una
ética medioambiental que comprende diversos principios
filosóficos, criterios normativos y de accion[3], que definen un pensamiento doctrinario
humanista ambiental.
Como principios o ideas básicas,
son los siguientes:
- La
Tierra es nuestra casa común dónde habita la familia humana, que como un
gran ecosistema en el que estamos inmersos se debe cuidar en interés de
todos. En esta “casa común” quien
habita es la humanidad o la “familia humana”.
- Los problemas ecológicos incluyen al ser
humano, los cuales son: la creciente contaminación del aire, de las aguas
y del suelo, la acumulación de basura y la cultura del descarte, el cambio
climático, la escasez de agua y la perdida de la biodiversidad, pero
también la destrucción del ambiente humano, con problemas de deterioro de
la calidad de la vida humana, degradación social, la inequidad mundial y
la debilitación de las relaciones humanas.
- La
naturaleza ha de ser vista como un bien de la creación que nos refleja su
hermosura y bondad, donde cada criatura tiene un valor y un significado y
donde todos los seres están interconectados.
- En los
problemas ecológicos si bien la cultura y las estructuras
socioeconómicas tienen influencia, tambien hay responsabilidad humana
contra la creación, puesto que dependen de la conducta de las personas y
de los gobiernos, que manifiesta en los síntomas de enfermedad en el
suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes.
- Existe una íntima relación entre los
pobres y la fragilidad del planeta, puesto que a aquellos son quienes más
afectan la contaminación, la escasez de agua, la explotación desmesurada
de recursos naturales y los basureros descontrolados.
Aparte de los anteriores
principios éticos ambientales el humanismo cristiano ecológico y para la
doctrina humanista ambiental, se pautan como criterios normativos o de orden,
los siguientes:
- Hay un orden natural en el medio ambiente
y en la vida humana que debe ser respetado como un orden o derecho natural
propio, por lo que se debe respetar las leyes de la naturaleza y los
delicados equilibrios entre los seres de este mundo.
- La
tierra es esencialmente una herencia común y sus frutos deben beneficiar a
todos y que nos lleva a vernos como administradores responsables de la
creación y no como propietarios y dominadores autorizados a expoliarla en
búsqueda de los propios intereses Ademas, la preocupación por las futuras
generaciones, obliga tambien a la consiguiente
solidaridad intergeneracional que ha de armonizarse con la
solidaridad con los desfavorecidos actuales.
- Existe una “deuda ecológica” generada a
lo largo del tiempo con daños ecológicos locales relacionados con exportaciones
de algunas materias primas, con desequilibrios comerciales y con la contaminación
global creada por países desarrollados.
Y, los anteriores principios y
criterios de orden o normativos, se desprenden los siguientes criterios para la
accion:
- La
promoción de una “ecología integral” ambiental, económica y social.
- Recuperar
una visión profunda de la naturaleza y reconocer el valor propio de cada
criatura, trascendiendo el lenguaje de las matemáticas o de la biología,
que contemple la naturaleza en conexión con la esencia de lo humano.
- Las
soluciones ecológicas han de incluir diálogo, actuaciones tanto
institucionales como personales y el recurso a la cultura y a la
espiritualidad, que van desde el grupo social primario, la familia,
pasando por la comunidad local y la nación, hasta la vida internacional.
Y, acciones cotidianas, de educación, creatividad; y de presión sobre el
poder político, económico y social: y de atencion a las diversas riquezas
culturales de los pueblos, al arte y a la poesía, a la vida interior y a
la espiritualidad.
- Promover
una “conversión ecológica” como estilo de vida” sin obsesionarse por el
consumo y que desarrolle en los seres humanos la creatividad y su
entusiasmo para resolver los dramas del mundo, y a entender su
superioridad no como motivo de gloria personal o de dominio irresponsable,
sino como una capacidad diferente, que a su vez le impone una grave
responsabilidad que brota de los principios ‘éticos ambientales.
Puede decirse, de lo expuesto,
que el humanismo cristiano aporta principios filosóficos, criterios normativos
y de accion que definen un pensamiento doctrinario humanista ambiental que cada
vez cobra vigencia y que se ha venido imponiendo el orden internacional.
Caracas, 3 de agosto de 2020
[1] Los artículos de la Serie Opiniones es
responsabilidad de sus autores y no compromete al Grupo Democristiano Patricio
Aylwin.
[2]
Exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia. Individuo de Número de la
Academia de Ciencias Politicas y Sociales. Coordinador del Grupo Democristiano
Patricio Aylwin.
[3][3] En este tema sigo a Domènec Melé,
en su artículo “Medio ambiente: doce ideas calves del Papa Francisco (IESE
Business School University of Navarra, 24 de junio 2015).(https://blog.iese.edu/eticaempresarial/2015/06/24/medio-ambiente-doce-ideas-claves-del-papa-francisco/)
No hay comentarios:
Publicar un comentario