LA DOCTRINA SOCIAL DE LA
IGLESIA Y LA ABSTENCION ELECTORAL
Roman J. Duque Corredor
No
pocas veces la Iglesia se ha pronunciado sobre la abstencion electoral. En primer termino, examinando los factores
que la inducen, y en segundo termino,
estableciendo principios doctrinarios sobre el voto y la
abstencion. Por ejemplo, en sus
reflexiones la Iglesia aprecia que en la practica existen personas que no votan simplemente por
pereza. Otras que no votan porque desconfían del sistema de partidos, o
critican a quienes controlan el poder o están cansados de campañas electorales
o desprecian a la “clase política”, a la
que acusan de corrompida. Otras que no votan porque creen que la abstención
sirve como una especie de voto “al revés”. Otras que no votan porque no
encuentran entre las propuestas de los partidos ninguna que les satisfaga, que
les parezca realmente justa. O porque no llegan a comprender los programas
políticos: o porque no confían en el sistema electoral. En virtud de sus diversas causas, la Iglesia
advierte que el fenómeno de la abstención no solo debe ser objeto de estudios
de carácter político, sino también de un examen de conciencia. En ese orden de ideas, en criterio del Padre Fernando Pascual, L.C., profesor de
filosofía y bioética en el Ateneo Pontificio Regina Apostolarum, en su estudio “Democracia y Abstencion”, dice que si esta es el resultado de la pereza, ello es un hecho grave que puede llevar, por ejemplo,
al triunfo de un partido con un pésimo proyecto político, triunfo posible
porque los votantes que pudieron “pararlo” en las urnas no votaron. Y, que si
la abstención es simplemente desprecio del sistema, se pregunta, “¿si no es hora de que los ciudadanos que
desean otros dirigentes políticos se organicen y hagan oír su voz a través de
métodos de participación legítimos, en vez de renunciar a su deber de controlar
a las autoridades con la ayuda del voto?”.
Y advierte, que “una sociedad en
la que la abstención es la nota dominante de unas elecciones está herida de
muerte y que hay que proceder, cuanto antes, a curarla, por el bien de todos”.
http://www.autorescatolicos.org/fpascual/fernandopascual753.htm).
Y desde el punto de vista del examaen de concienca, el voto ciudadano ha sido reconocido como derecho
y deber en el magiserio de los romanos pontífices. En efecto, según la Doctrina Social de la Iglesia Católica, aunque la ley
no lo exija, el voto es un deber
ético. Así, en El Compendio de la
Doctrina Social se asienta en que la participación en la vida
comunitaria “es un deber que todos
han de cumplir conscientemente, en modo responsable y con vistas al bien común”, y agrega: “es necesario […] un fuerte empeño moral, para que la gestión de la vida
pública sea el fruto de la corresponsabilidad de cada uno con respecto al bien
común” (Nº 189). Y el Catecismo de la Iglesia Católica establece que
“Los ciudadanos deben cuanto sea posible
tomar parte activa en la vida pública”
(N.º 1915), y de manera terminante establece que “La
sumisión a la autoridad y la corresponsabilidad en el bien común exigen
moralmente el pago de los impuestos, el
ejercicio del derecho al voto, la defensa del país” (N.º 2240). Esta doctrina se planteó en Chile, respecto de las elecciones municipales del
2012, al consagrarse el sistema de inscripción automática y voto
voluntario, con relación a la tesis de la
Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES) , que hacia una campaña llamando a no votar en
las elecciones municipales bajo el lema “Yo no presto el voto”, respecto de la cual los obispos chilenos
afirmaron que “para la autorizada voz del Magisterio de la Iglesia
Católica, el sufragar en las elecciones democráticas, aunque no sea legalmente
exigible, es moralmente obligatorio. Si se “bota” el voto se incumple este
deber y se minan las posibilidades de conseguir una comunidad más integrada,
solidaria y participativa” (Hernán Corral, “Yo no boto el voto”, https://corraltalciani.wordpress.com/2012/10/28/yo-no-boto-el-voto/).
En el orden de ideas expuesto, debe recordrase
que “el compromiso político es
una expresión cualificada y exigente del empeño cristiano al servicio de los
demás»,
como lo definia San Juan Pablo II (Sollicitudo
rei sociales, n. 41). Por su parte, el Concilio Vaticano II (Ch L 42), establecio que en una democracia los
gobernantes son elegidos por el voto popular y que por eso todo ciudadano tiene la responsabilidad de
votar habiendo seriamente estudiado los temas y conocido la posición de los
candidatos. Igualmente establecio que un católico no puede eludir su responsabilidad
civil ya que eso sería cederle el paso al mal. Y conlcuia, en que el hecho de que haya mucha corrupción en la
política no exonera al cristiano de su responsabilidad, sino que mas bien le debe retar a trabajar por un mundo
mejor y que el que no vota o vota sin atención a las leyes de Dios es culpable
de los resultantes males porque “Los fieles laicos de ningún modo pueden
abdicar de la participación en la política”. En base a estas
consideraciones, los obispos norteamericanos, por ejemplo, ante la duda de
abstenerse o de votar, expresaron los catoliocs, en 1995, en su documento "Political
Responsibility: "En la tradición
católica, la ciudadanía es una virtud y la participación
en el proceso político es una obligación", Lejos,
pues, quedo aquel planteamiento de la
Iglesia del Siglo XIX, dlel famoso “non expedit” de Pío IX de 1874, que prohibía a los católicos
participar en las elecciones, y en general, en la vida política, considerando
la democracia y el ejercicio de la soberanía popular como un mal en sí mismo.
Decreto este que fue revocado en 1919 por Benedicto XV, ante los movimientos revolucionarios de la
epoca, que dio origen de la moderna
democracia cristiana.
Vale la pena, pues, dentro del
contexto anterior, por su vigencia para las próximas elecciones regionales de
Venezuela, de octubre de 2017, recordar el mensaje de los obispos mejicanos con
ocasión de las elecciones convocadas para el 18 de agosto de 1991, bajo el
control del partido oficialista PRI, quienes
clamaban a los católicos a votar y a no dejarse defraudar. Y resulta orientador
recordar también como el alto clero mexicano desató una intensa ofensiva
política, en la que, frente a la tesis que propugnaba el abstencionismo por el
monopartidismo vigente en Méjico, alertaba a los católicos del país para que “defendieran su voto” ante un posible
fraude en las elecciones, bajo la premisa de que “ante el pecado del fraude, no se debe incurrir en el pecado de la
abstención”, y que el abstencionismo “equivale
a entregar al país, sin esfuerzo alguno para evitarlo, a criterios a veces no correctos de unos
cuantos”. Y el Consejo Permanente de la Conferencia
Episcopal Mejicana, integrada por 20
obispos y arzobispos, elaboro el tríptico “Elecciones
libres y democráticas Un reto para el destino de México”,en marzo de 1991, en
cuyas conclusiones afirmaban: “Invitamos a todos los católicos y demás
personas de buena voluntad a superar la apatía, efecto de la decepción sufrida
a causa de tristes experiencias en el terreno electoral y a evitar cualquier
acción violenta”. Mas terminantes fueron los obispos de Chiapas
Samuel Ruiz, de San Cristóbal de las Casas; Felipe Arizmendi, de Tapachula; y
Felipe Aguirre Franco, de Tuxtla,
quienes en su documento “Orientación pastoral sobre las elecciones”, de
fecha 1 de julio de 1991, afirmaron que
“desde la Fe, podemos afirmar que
es pecado no votar Es pecado de egoísmo, de pereza, de cobardía Porque es
encerrarse en sí mismo y no interesarse por el bien común. Porque es dar ocasión de que unos pocos
manipulen las mayorías; y que “Un cristiano que no vive su Fe en el campo
de la política, no ha entendido lo que significa su Bautismo” . Al igual que los prelados Rafael Bello Ruiz, arzobispo de Acapulco;
Efrén Ramos Salazar, obispo de Chilpancingo; Jesús Sahagún de la Parra, obispo
de Lázaro Cárdenas y Raúl Vera López, de Ciudad Altamirano, quienes en su documento “Reflexión de los obispos del Estado de Guerrero a propósito de las
elecciones para senadores y diputados federales de agosto de 1991”, exhortaban a los católicos y demás personas,
ante el mensaje abstencionista por el dominio del PRI en los organismos
electorales, a
“Superar la apatía y evitar cualquier acción violenta”. Por su parte, los obispos de León, Anselmo Zarza Bernal, y de Celaya, Humberto Velázquez Garay, elaboraron el documento “El pecado del fraude, el pecado de la abstención” donde decían que renunciar al voto “equivale a entregar al país”, y que, por tanto, “empadronarse, votar y defender el voto es una obligación de todo buen ciudadano” (“El Proceso. Com.MX, http://www.proceso.com.mx/157564/el-pecado-del-fraude-el-pecado-de-la-abstencion).
Otro hecho histórico referente a vigencia de la Doctrina Social de la Iglesia sobre la responsabilidad del voto, de franca ilustración para la presente situación en Venezuela ante las elecciones regionales de octubre de 2017, es el Mensaje “Ejercer el Voto a pesar de las sombras del Proceso Electoral”, de los obispos de Nicaragua, del 11 de octubre de 2011 respecto de las elecciones generales nicaragüenses del 6 de noviembre del mismo 2011(Ver www.zenit.org/article-40631?l=spanish), en el cual recordaban que en su Mensaje del 23 de abril de 2010, habían indiado que “no podemos ni debemos quedarnos al margen de la historia en la búsqueda y la construcción de una sociedad más justa y más pacífica”.
Los obispos nicaragüenses en el referido Mensaje del 11 de octubre de 2011, afirmaban que su objetivo era “fortalecer desde la fe la capacidad reflexiva de los nicaragüenses y su sentimiento de amor a la patria; iluminar este momento histórico desde Cristo sin dejarse llevar acríticamente ni por las figuras de mayor proyección mediática, pero sin garantía de estabilidad futura; ni por propuestas a corto plazo, de poca seriedad y difíciles de realizar; y motivar, a pesar de las sombras que han caracterizado este proceso electoral, a ejercer nuestro derecho al voto el día de las elecciones, con serenidad e inteligencia, sin perder la confianza en la fuerza de la verdad”. Expresaban los mencionados obispos, que veían “ con satisfacción que exista la oportunidad de ejercer el derecho constitucional al voto”,
Y adviertian ante una posible manipulación de los medios de comunicación por parte de los líderes políticos que promovían a abstención, que no faltan ocasiones en que se cae en un cierto amarillismo informativo por el afán de vender el medio. Particular interés presenta el mensaje de los obispos nicaragüenses, antes mencionados, respecto a las sombras que oscurecen el proceso electoral y el deber de votar, que en Venezuela se argumenta por alguno sectores, puesto que denunciaban el descontento de innumerables nicaragüenses y la existencia de amplios sectores sociales que no confiaban en la franqueza de los líderes y partidos políticos; la intolerancia, el desprestigio recíproco y hasta ciertos brotes de violencia que caracterizaron en algunos momentos la campaña de los partidos políticos y los proyectos de los partidos ya por su carácter populista, o poco realistas o con tendencia a privilegiar intereses personales sobre los sociales; la queja de muchos ciudadanos en varias ciudades del país, en relación con diversas anomalías en el proceso de cedulación; el descontento y rechazo existente en un sector de la sociedad, en relación con una posible ilegitimidad de candidatos a diputados y presidentes de la República y afirmaban que, ante la desconfianza que existe en la ciudadanía frente al poder electoral, la situación se torna grave.
Todo esto, según los obispos nicaragüenses , contribuia a crear un ambiente lleno de recelo y de prejuicios que pone en entredicho el carácter de legalidad, honestidad y respeto a la voluntad popular y, por ello, instaaban a los católicos a participar en las elecciones; y, por último, a los sacerdotes les invitaban a asumir, como parte del trabajo evangelizador, la formación de la conciencia política de los fieles laicos a la luz del evangelio y la doctrina social de la Iglesia y les exhortaban a no tener miedo y a participar en las elecciones. Los obispos nicaragüenses, , en la parte final del documento, exponían una serie de criterios para votar
(ver www.zenit.org/article-40633?l=spanish).
“Superar la apatía y evitar cualquier acción violenta”. Por su parte, los obispos de León, Anselmo Zarza Bernal, y de Celaya, Humberto Velázquez Garay, elaboraron el documento “El pecado del fraude, el pecado de la abstención” donde decían que renunciar al voto “equivale a entregar al país”, y que, por tanto, “empadronarse, votar y defender el voto es una obligación de todo buen ciudadano” (“El Proceso. Com.MX, http://www.proceso.com.mx/157564/el-pecado-del-fraude-el-pecado-de-la-abstencion).
Otro hecho histórico referente a vigencia de la Doctrina Social de la Iglesia sobre la responsabilidad del voto, de franca ilustración para la presente situación en Venezuela ante las elecciones regionales de octubre de 2017, es el Mensaje “Ejercer el Voto a pesar de las sombras del Proceso Electoral”, de los obispos de Nicaragua, del 11 de octubre de 2011 respecto de las elecciones generales nicaragüenses del 6 de noviembre del mismo 2011(Ver www.zenit.org/article-40631?l=spanish), en el cual recordaban que en su Mensaje del 23 de abril de 2010, habían indiado que “no podemos ni debemos quedarnos al margen de la historia en la búsqueda y la construcción de una sociedad más justa y más pacífica”.
Los obispos nicaragüenses en el referido Mensaje del 11 de octubre de 2011, afirmaban que su objetivo era “fortalecer desde la fe la capacidad reflexiva de los nicaragüenses y su sentimiento de amor a la patria; iluminar este momento histórico desde Cristo sin dejarse llevar acríticamente ni por las figuras de mayor proyección mediática, pero sin garantía de estabilidad futura; ni por propuestas a corto plazo, de poca seriedad y difíciles de realizar; y motivar, a pesar de las sombras que han caracterizado este proceso electoral, a ejercer nuestro derecho al voto el día de las elecciones, con serenidad e inteligencia, sin perder la confianza en la fuerza de la verdad”. Expresaban los mencionados obispos, que veían “ con satisfacción que exista la oportunidad de ejercer el derecho constitucional al voto”,
Y adviertian ante una posible manipulación de los medios de comunicación por parte de los líderes políticos que promovían a abstención, que no faltan ocasiones en que se cae en un cierto amarillismo informativo por el afán de vender el medio. Particular interés presenta el mensaje de los obispos nicaragüenses, antes mencionados, respecto a las sombras que oscurecen el proceso electoral y el deber de votar, que en Venezuela se argumenta por alguno sectores, puesto que denunciaban el descontento de innumerables nicaragüenses y la existencia de amplios sectores sociales que no confiaban en la franqueza de los líderes y partidos políticos; la intolerancia, el desprestigio recíproco y hasta ciertos brotes de violencia que caracterizaron en algunos momentos la campaña de los partidos políticos y los proyectos de los partidos ya por su carácter populista, o poco realistas o con tendencia a privilegiar intereses personales sobre los sociales; la queja de muchos ciudadanos en varias ciudades del país, en relación con diversas anomalías en el proceso de cedulación; el descontento y rechazo existente en un sector de la sociedad, en relación con una posible ilegitimidad de candidatos a diputados y presidentes de la República y afirmaban que, ante la desconfianza que existe en la ciudadanía frente al poder electoral, la situación se torna grave.
Todo esto, según los obispos nicaragüenses , contribuia a crear un ambiente lleno de recelo y de prejuicios que pone en entredicho el carácter de legalidad, honestidad y respeto a la voluntad popular y, por ello, instaaban a los católicos a participar en las elecciones; y, por último, a los sacerdotes les invitaban a asumir, como parte del trabajo evangelizador, la formación de la conciencia política de los fieles laicos a la luz del evangelio y la doctrina social de la Iglesia y les exhortaban a no tener miedo y a participar en las elecciones. Los obispos nicaragüenses, , en la parte final del documento, exponían una serie de criterios para votar
(ver www.zenit.org/article-40633?l=spanish).
Pienso que para la presente realidad política de
Venezuela, respecto de las elecciones regionales
de octubre y sobre la tesis del abstencionismo por las serias dudas sobre la
pulcritud del proceso electoral venidero, la referencia a la doctrina social de
la Iglesia, antes comentada, asi como los ejemplos citados de Mejico, Chile y
Nicaragua, llevan a concluir que votar en
las referidas elecciones,s es una responsabilidad social y moral, porque como
dijeron los obispos mejicanos, ante el mensaje de la abstención, que “renunciar al voto equivale a entregar al país “, y que
abstenerse es “botar el voto”, o reglarlo, diría yo.
Caracas, 27 de agosto de 2017.
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