Abogado, Dr en Derecho. Profesor honorario de la Universidad de los Andes y ex Magistrado

domingo, 27 de agosto de 2017

La Doctrina de la Iglesia y la Abstencion Electoral  


LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA Y LA ABSTENCION ELECTORAL  

Roman J. Duque Corredor



  No pocas veces la Iglesia se ha pronunciado sobre la abstencion electoral.  En primer termino, examinando los factores que la inducen, y en segundo termino,  estableciendo principios doctrinarios sobre el voto y la abstencion.   Por ejemplo, en sus reflexiones la Iglesia  aprecia  que en la practica existen personas que no votan simplemente por pereza. Otras que no votan porque desconfían del sistema de partidos, o critican a quienes controlan el poder o están cansados de campañas electorales o  desprecian a la “clase política”, a la que acusan de corrompida. Otras que no votan porque creen que la abstención sirve como una especie de voto “al revés”. Otras que no votan porque no encuentran entre las propuestas de los partidos ninguna que les satisfaga, que les parezca realmente justa. O porque no llegan a comprender los programas políticos: o porque no confían en el sistema electoral.   En virtud de sus diversas causas, la Iglesia advierte que el fenómeno de la abstención no solo debe ser objeto de estudios de carácter político, sino también de un examen de conciencia.  En ese orden de ideas, en criterio del Padre  Fernando Pascual, L.C., profesor de filosofía y bioética en el Ateneo Pontificio Regina Apostolarum,  en su estudio “Democracia y Abstencion”, dice que  si esta  es el resultado de la pereza, ello es  un hecho grave que puede llevar, por ejemplo, al triunfo de un partido con un pésimo proyecto político, triunfo posible porque los votantes que pudieron “pararlo” en las urnas no votaron.  Y,  que si la abstención es simplemente desprecio del sistema, se pregunta, “¿si no es hora de que los ciudadanos que desean otros dirigentes políticos se organicen y hagan oír su voz a través de métodos de participación legítimos, en vez de renunciar a su deber de controlar a las autoridades con la ayuda del voto?”.  Y advierte, que “una sociedad en la que la abstención es la nota dominante de unas elecciones está herida de muerte y que hay que proceder, cuanto antes, a curarla, por el bien de todos”. http://www.autorescatolicos.org/fpascual/fernandopascual753.htm).

  Y desde el punto de vista del examaen de concienca, el  voto ciudadano ha sido reconocido como derecho y deber en el magiserio de los romanos pontífices.  En efecto, según la Doctrina Social de la Iglesia Católica, aunque la ley no lo exija,  el voto es un deber ético.  Así, en El Compendio de la Doctrina Social se asienta  en que la participación en la vida comunitariaes un deber que todos han de cumplir conscientemente, en modo responsable y con vistas al bien común”,  y agrega: “es necesario […] un fuerte empeño moral, para que la gestión de la vida pública sea el fruto de la corresponsabilidad de cada uno con respecto al bien común” (Nº 189). Y el Catecismo de la Iglesia Católica establece que “Los ciudadanos deben cuanto sea posible tomar parte activa en la vida pública” (N.º 1915), y de manera terminante establece  que “La sumisión a la autoridad y la corresponsabilidad en el bien común exigen moralmente el pago de los impuestos, el ejercicio del derecho al voto, la defensa del país” (N.º 2240).  Esta doctrina se planteó en Chile,  respecto de las elecciones municipales del 2012, al  consagrarse el  sistema de inscripción automática y voto voluntario, con relación a la tesis de la  Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES) ,  que hacia una campaña llamando a no votar en las elecciones municipales bajo el lema “Yo no presto el voto”,  respecto de la cual los obispos chilenos afirmaron que “para  la autorizada voz del Magisterio de la Iglesia Católica, el sufragar en las elecciones democráticas, aunque no sea legalmente exigible, es moralmente obligatorio. Si se “bota” el voto se incumple este deber y se minan las posibilidades de conseguir una comunidad más integrada, solidaria y participativa” (Hernán Corral, “Yo no boto el voto”, https://corraltalciani.wordpress.com/2012/10/28/yo-no-boto-el-voto/).

  En el orden de ideas expuesto, debe recordrase que “el  compromiso político es una expresión cualificada y exigente del empeño cristiano al servicio de los demás», como lo definia  San Juan Pablo II (Sollicitudo rei sociales, n. 41).   Por su parte, el   Concilio Vaticano II (Ch L 42),  establecio que en una democracia los gobernantes son elegidos por el voto popular y que por  eso todo ciudadano tiene la responsabilidad de votar habiendo seriamente estudiado los temas y conocido la posición de los candidatos.  Igualmente establecio que un  católico no puede eludir su responsabilidad civil ya que eso sería cederle el paso al mal.  Y conlcuia, en que el  hecho de que haya mucha corrupción en la política no exonera al cristiano de su responsabilidad, sino que mas  bien le debe retar a trabajar por un mundo mejor y que el que no vota o vota sin atención a las leyes de Dios es culpable de los resultantes males porque Los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la política”. En base a estas consideraciones, los obispos norteamericanos, por ejemplo, ante la duda de abstenerse o de votar, expresaron los  catoliocs, en 1995, en su documento "Political Responsibility: "En la tradición católica, la ciudadanía es una virtud y la participación en el proceso político es una obligación",  Lejos, pues, quedo  aquel planteamiento de la Iglesia del Siglo XIX,  dlel famoso “non expedit” de Pío IX  de 1874, que prohibía a los católicos participar en las elecciones, y en general, en la vida política, considerando la democracia y el ejercicio de la soberanía popular como un mal en sí mismo. Decreto este que fue revocado en 1919 por Benedicto XV,  ante los movimientos revolucionarios de la epoca,  que dio origen de la moderna democracia cristiana.


 Vale la pena,  pues, dentro del contexto anterior, por su vigencia para las próximas elecciones regionales de Venezuela, de octubre de 2017, recordar el mensaje de los obispos mejicanos con ocasión de las elecciones convocadas para el 18 de agosto de 1991, bajo el control del partido oficialista PRI, quienes clamaban a los católicos a votar y a no dejarse defraudar. Y resulta orientador recordar también como el alto clero mexicano desató una intensa ofensiva política, en la que, frente a la tesis que propugnaba el abstencionismo por el monopartidismo vigente en Méjico,  alertaba a los católicos del país para que “defendieran su voto” ante un posible fraude en las elecciones, bajo la premisa de que “ante el pecado del fraude, no se debe incurrir en el pecado de la abstención”, y que el abstencionismo “equivale a entregar al país, sin esfuerzo alguno para evitarlo,  a criterios a veces no correctos de unos cuantos”.  Y el  Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Mejicana,  integrada por 20 obispos y arzobispos, elaboro el tríptico “Elecciones libres y democráticas Un reto para el destino de México”,en marzo de 1991,   en cuyas conclusiones  afirmaban: “Invitamos a todos los católicos y demás personas de buena voluntad a superar la apatía, efecto de la decepción sufrida a causa de tristes experiencias en el terreno electoral y a evitar cualquier acción violenta”.   Mas terminantes fueron los obispos de Chiapas Samuel Ruiz, de San Cristóbal de las Casas; Felipe Arizmendi, de Tapachula; y Felipe Aguirre Franco, de Tuxtla,  quienes en  su  documento “Orientación pastoral sobre las elecciones”,  de  fecha 1 de julio de 1991, afirmaron que  desde la Fe, podemos afirmar que es pecado no votar Es pecado de egoísmo, de pereza, de cobardía Porque es encerrarse en sí mismo y no interesarse por el bien común.  Porque es dar ocasión de que unos pocos manipulen  las mayorías; y que “Un cristiano que no vive su Fe en el campo de la política, no ha entendido lo que significa su Bautismo” . Al igual  que los prelados  Rafael Bello Ruiz, arzobispo de Acapulco; Efrén Ramos Salazar, obispo de Chilpancingo; Jesús Sahagún de la Parra, obispo de Lázaro Cárdenas y Raúl Vera López, de Ciudad Altamirano, quienes  en su documento “Reflexión de los obispos del Estado de Guerrero a propósito de las elecciones para senadores y diputados federales de agosto de 1991”,   exhortaban a los católicos y demás personas, ante el mensaje abstencionista por el dominio del PRI en los organismos electorales,  a
Superar la apatía y evitar cualquier acción violenta”.  Por su parte, los obispos de León, Anselmo Zarza Bernal, y de Celaya, Humberto Velázquez Garay, elaboraron el documento “El pecado del fraude, el pecado de la abstención” donde decían que renunciar al voto “equivale a entregar al país”,  y que, por tanto, “empadronarse, votar y defender el voto es una obligación de todo buen ciudadano(“El Proceso. Com.MX,
http://www.proceso.com.mx/157564/el-pecado-del-fraude-el-pecado-de-la-abstencion).
 
  Otro hecho histórico referente a vigencia de la Doctrina Social de la Iglesia sobre la responsabilidad del voto, de franca ilustración para la presente situación en Venezuela ante las elecciones regionales de octubre de 2017,  es el Mensaje “Ejercer el Voto a pesar de las sombras del Proceso  Electoral”, de los obispos de Nicaragua, del 11 de octubre de 2011 respecto de las elecciones generales nicaragüenses del 6 de noviembre del mismo 2011(Ver www.zenit.org/article-40631?l=spanish), en el cual recordaban que en su Mensaje del 23 de  abril de 2010,  habían indiado que  no podemos ni debemos quedarnos al margen de la historia en la búsqueda y la construcción de una sociedad más justa y más pacífica”.
Los obispos nicaragüenses en el  referido Mensaje del 11 de octubre de 2011,  afirmaban que su objetivo era “fortalecer desde la fe la capacidad reflexiva de los nicaragüenses y su sentimiento de amor a la patria; iluminar este momento histórico desde Cristo sin dejarse llevar acríticamente ni por las figuras de mayor proyección mediática, pero sin garantía de estabilidad futura; ni por propuestas a corto plazo, de poca seriedad y difíciles de realizar; y motivar, a pesar de las sombras que han caracterizado este proceso electoral, a ejercer nuestro derecho al voto el día de las elecciones, con serenidad e inteligencia, sin perder la confianza en la fuerza de la verdad”. Expresaban los mencionados obispos, que  veían “ con satisfacción que exista la oportunidad de ejercer el derecho constitucional al  voto”,  
 Y adviertian  ante una posible manipulación de los medios de comunicación por parte de los líderes políticos que promovían a abstención,  que no faltan ocasiones en que se cae en un cierto amarillismo informativo por el afán de vender el medio.  Particular interés presenta  el mensaje de los obispos nicaragüenses, antes mencionados, respecto a las sombras que oscurecen el proceso electoral y el deber de votar,  que en Venezuela se argumenta por alguno sectores, puesto que  denunciaban el descontento de innumerables nicaragüenses y la existencia de amplios sectores sociales que no confiaban  en la franqueza de los líderes y partidos políticos; la intolerancia, el desprestigio recíproco y hasta ciertos brotes de violencia que caracterizaron  en algunos momentos la campaña de los partidos políticos y los proyectos de los partidos ya por su carácter populista, o poco realistas o con tendencia a privilegiar intereses personales sobre los sociales; la queja de muchos ciudadanos en varias ciudades del país, en relación con diversas anomalías en el proceso de cedulación; el descontento y rechazo existente en un sector de la sociedad, en relación con una posible ilegitimidad de candidatos a diputados y presidentes de la República y afirmaban que, ante la desconfianza que existe en la ciudadanía frente al poder electoral, la situación se torna grave.
Todo esto, según los obispos nicaragüenses , contribuia a crear  un ambiente lleno de recelo y de prejuicios que pone en entredicho el carácter de legalidad, honestidad y respeto a la voluntad popular y, por ello,  instaaban a los católicos  a participar en las elecciones; y, por último, a los sacerdotes les invitaban  a asumir,  como parte del trabajo evangelizador,  la formación de la conciencia política de los fieles laicos a la luz del evangelio y la doctrina social de la Iglesia y les exhortaban a no tener miedo y a participar en las elecciones. Los obispos nicaragüenses, , en la parte final del documento, exponían  una serie de criterios para votar
(ver www.zenit.org/article-40633?l=spanish).

  Pienso que para la presente realidad política de Venezuela,  respecto de las elecciones regionales de octubre y sobre la tesis del abstencionismo por las serias dudas sobre la pulcritud del proceso electoral venidero, la referencia a la doctrina social de la Iglesia, antes comentada, asi como los ejemplos citados de Mejico, Chile y Nicaragua,  llevan a concluir que votar en las referidas elecciones,s es una responsabilidad social y moral, porque como dijeron los obispos mejicanos, ante el mensaje de la abstención, que “renunciar al voto equivale a entregar al país “, y que abstenerse es “botar el voto”, o reglarlo, diría yo.

Caracas,  27 de agosto de 2017.

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